viernes, 28 de noviembre de 2008

música. Informe Semanal #4


Scott Matthew. Mi historia con Scott Matthew es, cuando menos, abrupta. Ya hará algo más de un año que lo descubrí mientras paseaba su barba por el metraje de Shortbus (el film de John Cameron Mitchell), guitarra en ristre, como un folkie extraviado en un magma de sexo en grupo. Entonces, me enganché a su MySpace e incluso me hice una lista exclusiva con las canciones suyas que había en la banda sonora del film. Poco después, por motivos diversos, cayó en mis manos su debut, mucho antes de que saliera a la venta. Justo en la primera escucha el enganche se convirtió en obsesión, en adicción. Canciones como Abandoned o Balladear resonaban en mi interior (tan proclive a la tristeza y la melancolía) a todas horas... Así que la oportunidad de verlo en directo, hacia mayo de este mismo año, fue como un regalo (bueno, lo cierto es que fue "un regalo", sin el "como", por el que creo que nunca dí las gracias. Así que: ¡¡GRACIAS!!). Pero el regalo se convirtió en decepción: que conste que no fue un mal concierto... Pero no era lo que yo esperaba. No llegaba a las cotas de altura emocional e introspección que yo atesoraba con ilusión, muy posiblemente porque Matthew salió al escenario bastante bebido y no acababa de meterse en las canciones. Y también muy posiblemente porque, por cruel que suene, yo esperaba volver a ver a un Antony romperse sentimentalmente delante de mis ojos. La crueldad del espectador.

Ya han pasado muchos meses desde aquel concierto. Desde entonces, mi nivel de escuchas de su debut homónimo se redujeron a casi nada... Hasta que anunciaron que volvería por estas tierras. A la misma sala. Al principio sentí miedo, pero pronto volví a escuchar el disco y algo se rompió de nuevo en mi estómago cuando escuchaba determinados temas. Eso, sin embargo, acrecentaba un miedo que, ayer por la noche, se disipó sin dejar ni rastro. El concierto que Scott Matthew dio anoche en la Sala 3 de Razzmatazz fue, simple e impecablemente perfecto. Su nivel de alcohol por litro de sangre era el adecuado, así que se podía apreciar perfectamente como, al empezar cada canción, el mundo se desdibujaba a su alrededor y aparecía esa fractura entre su introspección y el voyeurismo del público, tan necesaria cuando practicas composiciones como las suyas. La prueba de fuego era Abandoned... y tengo que reconocer que acabé con los ojos llorosos y los pelos de todo mi cuerpo encrespado. Finalmente, no podía evitar sorprenderme ante la versatilidad de este artista que tan pronto pasa de la tristeza apocada de Surgery a la alegría contagiosa, con toda la sala dando palmas, de Upside Down. Por todo ello: muchas gracias, Scott, por permitirme que recupere la fe en tí. Esto es como los curas: una vez pasan por una crisis, vuelven con más fuerza.

Abandoned - Scott Matthew

jueves, 20 de noviembre de 2008

tv series. Dexter. Lo que todos sabíais... pero yo no.


Hará un par de años que alguien me pasó la intro de Dexter... y me fascinó al momento. Sabía que, con semejante opening, y con Michael C. Hall de protagonista, sólo podía caer rendido a los pies de esta serie... tarde o temprano. Pues bien, ha resultado ser bastante tarde. Y es que esto es lo que pasa cuando tienes un código moral estúpido (y ordenado) que te obliga a ver las series a medida que van saliendo en DVD en este país. Es por eso que todavía no he visto la cuarta temporada de Lost... y, por extensión, no he visto hasta ahora la primera de Dexter. Tampoco es que me arrepienta. Lo único malo de este regimen de visionado es que ahora que puedo comentar sobre el tema, resulta que todo el mundo ya ha comentado y no puedo decir nada nuevo.

Total... Que, tal y como pensaba, he acabado siendo fan de Dexter. Pero no tanto como imaginaba (eso sí, ya me han soplado que el fanatismo seguramente me llegue con la segunda temporada... ¡siempre tarde!). No he podido evitar acabar con cierta sensación de bluff, básicamente por un motivo: los cinco primeros capítulos son impecables, pero después la trama parece diluirse para, en los dos últimos episodios, apresurarla con sutiles palmaditas en el culo. Lo que podrían haber explicado de forma mucho más extensa (a lo largo en el tiempo, sí, pero también hacia abajo, escarbando), haciendo que la fascinación calara hondo en el espectador, lo resuelven a trancas y barrancas, de forma que al final piensa "ah! muy bien la conclusión" (y que conste que es una de las resoluciones más apañadas del panorama de series actual)... pero ya está. Podría haber sido mejor. Igual que se podrían haber aprovechado algunas relaciones que, finalmente, quedan desperdiciadas (y me refiero básicamente a ese psicólogo asesino,con quien Dexter podría haber establecido un lazo más que seductor). Pero que nadie crea que estoy despotricando contra la serie: me ha alucinado el ritmo, las actuaciones (deeply in love con la hermana del prota... ñam!), el cuidado empaque visual (esos blancos quemados son oníricos, casi surrealistas) y, sobre todo, la deliciosa trampa moral que supone posicionarte al lado de un asesino, desear que se salve y se salga con la suya. Pero no puedo esperar para meterme mucho más profundamente en esa salvaje dicotomía ética que supone la forma de vida de Dexter: espero que la segunda temporada vaya precisamente de eso... Por lo demás, un último fallo de la serie: los títulos de crédito finales deberían ir acompañados de Bonnie 'Prince' Billy cantando "I'm a wolf among wolves"... Perdonadme. Tenía que decirlo.

viernes, 14 de noviembre de 2008

cine. Quemar después de leer. No entiendo a los Cohen


Vayamos con la verdad por delante. A continuación, un pequeño listado - advertencia:
  1. Ni Fargo ni Sangre Fácil me parecen esas obras maestras que todo el mundo dicen que son. Para mi gusto, están bien. Pero poco más.
  2. He intentado ver El Gran Lebowsky unas cuatro veces y siempre me quedo dormido hacia el cuarto de hora.
  3. No country for old men me parece, directamente, un bodriazo pretencioso que, con tres recursos rimbombantes, va de cine de autor.
  4. Me salieron sarpullidos por todo el cuerpo cuando me enteré que los Cohen van a dirigir The Yiddish Policemen's Union (adaptación del libro de Michael Chabon).
Ante semejante panorama, supongo que nadie esperará que diga nada bueno de Quemar después de leer. Después de su escasa hora y media salí del cine con esa molesta sensación de tiempo perdido en el que los autores del film se han enfrentado a su tarea con absoluta desidia, prisa y despreocupación. Si no, no lo entiendo. Sólo con que hubieran re-visionado un par de veces la mítica Charada podrían haber sacado inspiración para propinarle un electro-shock a esta criatura de celuloide que parece que ya nació muerta. La trama es simple hasta decir basta (intentan jugar al enredo con el montaje, pero ni así consiguen que la trama no parezca lo que es: un argumento trillado y lineal); los actores están en perpetuo estado de desgracia absoluta (lo de Brad Pitt y Frances McDormand no tiene nombre, y los únicos que se salvan son Tilda Swinton y George Clooney... y se salvan porque no tienen que hacer muchas filigranas con sus personajes); la realización es torpe y sin criterio (¿por qué nos regalan el disparo a bocajarro a uno de los personajes y no vemos el tiroteo final?)... Puedo seguir hasta el infinito y más allá. Pero lo resumiré en un chascarrillo: Quemar después de leer debería titularse mejor Quemar antes de entrar en el cine (y por combustion espontanea, por favor).

miércoles, 12 de noviembre de 2008

libros. El sindicato de policía yiddish... (o: ¡Michael Chabon es Dios!)


Advertencia antes de que sigáis leyendo: lo mío con Michael Chabon trasciende la admiración. De hecho, es el único autor moderno (lo que se puede leer directamente, como autor "vivo") del que leo religiosamente todo lo que va publicando. ¿Por qué? Porque me proporciona momentos de placer absoluto y sostenido durante días y días. Como en el caso de El sindicato de policía yiddish. O como en los casos de todos sus libros anteriores. Y que nadie se piense que son experiencias separadas: leer a Chabon es un continuo en el que siempre encuentras constantes y nuevos desarrollos. La cuestión judía (de especial importancia en su último libro, pero también presente en la maravillosa Wonder Boys), el frikismo comiquero y mitómano (sublimado en Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay), la homosexualidad (siempre presente aunque sea de forma testimonial, como en El sindicato de policía yiddish)... El universo Chabon es extenso pero dulcemente reiterativo. Es como visitar la casa de tus padres cuando ya no vives en ella.

Si hay que centrarse en El sindicato de policía yiddish, sólo puedo decir que es un experiencia deliciosa en la que Chabon desarrolla un gusto por las estructuras de thriller policial y de investigación (a medio camino entre el pulp más arty y Sherlock Holmes): crea todo un mundo original del que sólo te da las pistas necesarias para que camines por donde él quiere. Pero nunca realiza una descripción masiva a lo Tierra Media de Tolkien: ese mundo en el que la segunda guerra mundial acabó de forma diferente para los judíos (y en el que Alemania se vio asolada por una bomba nuclear) aparece con formas borrosas. Lo que sí que aparece con formas definidas, cristalinas, es esa ciudad imaginaria de Sitka: un reducto de judíos en Alaska en el que los adeptos de esta religión se han establecido en sus propias estructuras de gobierno, de control social e incluso de lúmpen (es impagable la imagen de esa mafia de sombreros negros, largas barbas y patillas). Pero no sólo fascina la estructura social: a cada página puedes palpar la mugre en las calles, la oscuridad reinante... El paisaje exterior que se filtra hacia el paisaje interior de todos los personajes. ¡Y vaya personajes! Porque por mucho que El sindicato de policía yiddish sea un thriller, Chabon realiza una espectacular orografía de personajes dañados, heridos, que se mueven por la inercia de unos ideales difusos pero potentes, casi pulsiones: Landsman, Berko y Bina son las marionetas de un teatro que se revelan contra los hilos que los intentan manejar. Los títeres de una función en la que, sutilmente, se filtra una disección de la importancia de los lazos íntimos en una sociedad en desintegración y de la integridad personal en contraposición a una corrupción general que, evidentemente, acaba criticando la política intervencionista (y algo cerda) de Estados Unidos. Porque, evidentemente, por mucho que el mundo de El sindicato de policía yiddish sea una invención, los yankis siguen siendo yankis. Yankis que no se han dado cuenta todavía de que, entre sus filas, tienen a un Dios. Y se llama Michael Chabon.

(Ya os advertí al principio de que esto iba a ser un texto de fan total, ¿no?)


martes, 11 de noviembre de 2008

música. Informe Semanal #03


Ra Ra Riot. Lo de Ra Ra Riot no es ninguna novedad: hace meses que estoy obsesionado con su álbum de debut: The Rhumb Line. Lo que si es novedad es el subidón que llevo en el cuerpo después de su primer concierto en nuestras tierras, acontecido el viernes pasado en la sala 2 del Razzmatazz barcelonés. ¿Que no estuviste? Pues te perdiste algo similar a la primera vez que actuaron por aquí Arcade Fire. Vale, aceptamos que el público de la ciudad condal somos sosos a más no poder. Yo intenté botar y saltar, pero no había forma. La gente sólo se animó hacia el final de la actuación, con la maravillosa Dying is fine perlando una noche para el recuerdo. Si todavía no los conoces, ya tardes en conseguir The Rhumb Line y deleitarte con la música de estos chicos que, cuando quieren, hacen cosquillas en la planta de los pies a Arcade Fire (como en la sublime Ghost under rocks) y, cuando lo prefieren, se derivan hacia otros caminos más exaltadas, más espídicos. Sin perder nunca de vista la épica, eso sí.

Ghost Under Rocks - Ra Ra Riot


Klaus & Kinski. Porque España también existe. Incluso Murcia. De allí vienen Klaus & Kinski, unos niños que muchos dirán que caminan por caminos demasiado trillados y ya superados (con los omnipresentes Family asomando en el horizonte)... Pero la posibilidad de pasar un rato con el corazón encogido entre la alegría y la melancolía nunca está de más. También estuvieron en Barcelona: fue el sábado pasado en la celebración de los 15 años de Jabalina en La [2]. Y la actuación fue, cuando menos, entrañable: con esa cantante apocada pero divertida en su parquedad de palabras (que, finalmente, se intuyeron como nervios puros y duros). Sea comos sea, su primer álbum, Tu hoguera está ardiendo, es una de las muestras más heterogéneas de lo que se puede hacer partiendo de un legado tan reducido como el pop español. Ninguna canción se parece a la anterior (destacando la sorprendente Mengele y el amor), las letras son inteligentes y extrañas para el entorno sonoro a través del que se abren paso... Vamos: que lo hemos visto mil veces pero que, con esta factura, deseamos verlo mil veces más.

El Cristo del perdón - Klaus Kinski

martes, 4 de noviembre de 2008

cómic. Macanudo


Vuelvo a descorchar un post en este blog hablando de mis preconcepciones, ese pequeño gran cabroncete que hace que me ponga delante de películas, cómics, libros o discos con el pensamiento de "esto no me va a gustar". Y es que Macanudo lo tenía todo para no gustarme: venía aclamado por el público de Maitena y por su propia autora (que no es que no me guste lo que hace, pero no me acaba de atrapar y, en ocasiones, me parece facilón y falto de mordiente), utilizaba un formato de tira con el que ya he tenido demasiadas buenas experiencias (desde Azumanga Daioh hasta el genial Get Fuzzy) y, desde sus primeras páginas, hacía gala de ese humor argentino que me carga con demasiada facilidad... Pero si todo esto me molestaba en las tres primeras páginas, en la cuarta ya estaba absolutamente rendido a la obra de Liniers.


Y es que las tiras de este autor desprenden una inocencia y una ilusión desarmantes. Teniendo en cuenta que, hoy por hoy, el 80 % de la cultura que consumimos está totalmente impregnada por el malestar y el pesimismo, mientras que otro 19 % se basa en el sarcasmo y el cinismo como arma para enfrentarse a la realidad; Macanudo vendría a acaparar el 1 % restante. Un 1 % dulce y necesario. De sus mini-historias se desprende una cosmogonía optimista, centrada en la belleza de los detalles. El trío formado por Enriqueta (una niña), Fellini (un gato) y Madariaga (un oso de peluche) vendría a sintetizar esa visión a la altura de los ojos de un niño que tanto recuerda a El Pequeño Príncipe. Y la proliferación de pingüinos y duendes es de esos recursos que te arrancan una sonrisa desde el primer vistazo. Después también existen los micro-retratos de personas normales y corrientes, de cotidianidades absolutas pero maravillosas. Incluso cuando Liniers aborda cierta mirada irónica (en los casos de la vaca cinéfila o el hombre que traduce los títulos de las películas americanas al castellano), lo hace de forma divertida, sin maldad.


Y es que al autor le gusta martirizarnos: por mucho que tengas tus personajes preferidos, Liniers se guía por la aleatoreidad total para elegir el orden de las tiras (que, supongo, se publicaron en algún diario previamente, día a día). Así, como quien no quiere la cosa, devoras tomo detrás de tomo. Random House / Mondadori ya han publicado los dos primeros recopilatorios de Macanudo, y el tercero debería estar al caer. Así que no tienes excusa: si te lees las tiras que adjunto en este post y no esbozas una sonrisa cómplice, es que no tienes corazón. No te preocupes: aún te quedará un 99 % de producción cultural del mal rollo para disfrutar con ella.

lunes, 3 de noviembre de 2008

música. Informe Semanal #02


A place to bury strangers. Ayer veía en el festival In-Edit el documental en el que Grant Gee aborda la (ya un poco cansina) historia de Joy Division y el mito de Ian Curtis... Y hoy, en una de esas felices casualidades, A place to bury strangers estarán actuando en Barcelona (ayer lo hicieron en Madrid). La línea evolutiva que une a ambos grupos es clara... O, más bien, turbia. Porque si algo caracteriza A place to bury strangers son las toneladas de ruido frío, cortante, blanco que añaden al característico sonido de Curtis y Cia. Dicen por ahí que es un grupo que en disco suena excesivamente gélido (algo que, depende el día, puede gustarte más o menos) y que es más fácil empatizar con unos directos que han dejado sin habla a más de una y dos personas del criterio de la cuales me fío sin reservas. También dicen que en el Primavera Sound tuvieron problemas de sonido y que la amplitud escénica de los festivales no les sienta demasiado bien, así que el hecho de que en Barcelona toquen en la acogedora (pero industrial) sala 3 del Razzmatazz es una noticia que hay que abrazar con gusto. Está claro que el orden de los factores parece haberse conjurado para que el resultado sea uno de esos conciertos que se te quedan clavados como una espina de metal (oxidado) clavada en la memoria.

Another Step Away - A Place To Bury Strangers

A place to bury strangers actuarán hoy 3 de noviembre en Razzmatazz (sala 3) a partir de las 20:30 horas, teloneados por QA'A.