jueves, 18 de diciembre de 2008

música. Informe Semanal #6


Buraka Som Sistema. Primero fueron CSS y ahora, andando hacia atrás en el abecedario, nos llegan BSS (Buraka Som Sistema). Y lo más curioso del caso es que las coincidencias (superficiales) entre ambos grupos son más que evidentes: ambos surgen en escenas alternativas a las habituales (los primeros de Brasil, los presentes de Portugal) y comparten una visión algo "cerda" de lo que tiene que ser una canción. Pero aquí paramos de contar. Porque mientras que CSS se quedaban en el rock moderniqui (que ha fracasado completamente al intentar trasladar la fórmula a un nivel más tradicional), Buraka Som Sistema exploran esos ritmos africanos (afro beat si hablamos de electrónica, afro indie si hablamos de... indie) que, de pronto, parece que haya puesto de moda M.I.A. y Vampire Weekend (¡bendita falta de memoria musical!). La propuesta de estos portugueses se acercan más a M.I.A. o, al menos, a aquel punto en el que la diva capaz de vestir mil colores a la vez decidió sacar lineas de ropa flúor y perder el barbarismo que a muchos nos atrajo en Arular para pasarse al esteticismo de Kala. En las canciones de Buraka Som Sistema es como si el tiempo se hubiera detenido en el hard house de finales de los 90 y decidiera probar qué pasaría si la base tribal siempre presente en este género se evidenciara con sonidos extraídos precisamente de la cultura africana. Su debut, Black Diamond, está plagado de hits incontestables: IC19, Kalemba (Wegue-Wegue) y, por encima de todo, ese Sound of Kuduro (con voz, ¡sorpresa!, de M.I.A.) capaz de hacerte creer que estamos en verano justo cuando, al menos en mi ciudad, hace un frío capaz de congelarte las ideas.


Sound of Kuduro - BSS

miércoles, 17 de diciembre de 2008

cine. Bolt... por fuera y por dentro.


Bolt... por fuera. Si nos quedamos en la superficie (y, de hecho, no creo que el film quiera ir mucho más allá), Bolt es una película excelente. Te mantiene una hora y media delante de la pantalla con la ilusión pegada a las pupilas como si fueras un niño de seis años, todavía fascinado por los animalillos en general y con tus dudas de que, al darles la espalda, hablan entre ellos (cuando creces, a eso se le llama manía persecutoria... pero ese es otro tema). El metraje está plagado de personajillos entrañables destinados a arrancarte frases del tipo "ooohhh que mono" y "uuuhhh que ricura" cada dos minutos (especial mención de la gata Mittens y las palomas). Y, lo que es mejor: la trama bascula sabiamente entre la ñoñería familiar y una acción qué ya querrían para sí los últimos intentos de Stallone en la gran pantalla. Las escenas adrenalíticas están genialmente dosificadas para fascinar sin llegar a hastiar al espectador que, al fin y al cabo, quiere momentos de ternurita y salir del cine con una eufórica sensación de optimismo.


Bolt... por dentro. Pero la comparación es inevitable: precisamente por el hecho de que John Lasseter está metido en el proyecto de refilón, tarde o temprano uno acaba comparando Bolt con las últimas obras maestras de Pixar. Y no sale muy bien parada: el film es un entretenimiento excepcional, eso no se lo quita nadie... Pero ya está. Tal y como decía en el párrafo anterior, puede que las pretensiones de la película no vayan más allá, pero ese arranque en el que se nos presenta a un perro totalmente convencido de que el set de rodaje es real hace que tu cabeza vuele hacia las posibilidades de sub-lecturas que seguro que hubieran aprovechado Pixar. Pero no nos dejemos llegar por el "qué pudo ser". Repetimos: las pretensiones de Bolt no van más allá de dejarte en la puerta del cine con una sonrisa bobaliconamente feliz (y con ganas de comprar peluches de todos sus personajes). Y a fe que, si eso es lo que busca el film, lo consigue de sobras.

martes, 16 de diciembre de 2008

tv series. Weeds... ¿para o sobre (algunos) fumados?


WEEDS ES UNA SERIE PARA FUMADOS. Eso es lo que yo pensaba hace unos meses. Lo cierto es que la premisa no era muy halagüeña: una serie sobre un mamá white trash que, tras la muerte de su marido, se pone a vender droga para costear el american way of life al que está acostumbrada. Lo que yo pensaba: genial, una excusa para media hora de esas risas ralentizadas que tanto les gusta a los "fumaos". Será que no fumo, pero nunca me he sentido identificado con productos de este tipo. Por eso me costó levantar las barreras y permitir que Weeds entrara en mi vida y tuviera que cambiar lo dicho al principio de este párrafo por...


WEEDS ES UNA SERIE SOBRE (ALGUNOS) FUMADOS. Y no demasiados, si hay que hacer honor a la verdad. La cuestión es que acabo de terminar la segunda temporada de esta serie y hacía tiempo que no tenía tal subidón de adrenalina con un cliffhanger final. Ni con Lost (y esto es mucho decir)... Y es que, pese a que los primeros capítulos me gustaron sin más, Weeds es una de esas series que van creciendo poco a poco hasta que, no sabes muy bien cómo, tienes delante de tí un rascacielos enorme que no habías visto hasta el momento. De hecho, es un rascacielos que te provoca unas inmensas ganas de escalarlo a lo Spiderman. Pero no sólo no eres Spiderman (¡flipao!), sino que los guionistas de Weeds son una vil mutación del Dr. Octupuss: seres malvados que te impiden incluso coger el ascensor. Te obligan a subir caminando poco a poco, parando piso a piso para que degustes los (dulces y refinados momentos de tensión creciente cercanos a un nivel insano de taquicardia. Pero que nadie crea que esta serie vive de la tensión, porque este nerviosismo de algunas resoluciones (a nivel orgiástico en el último capítulo de la temporada) no es más que la traducción clara y limpia de unas tramas (familiares, policíacas, lunáticas) inteligentemente narradas y estructuradas... Y, sobre todo, es la cúspide de una montaña en la base de la cual descansan unos personajes humanos, hiper-reales y, por lo tanto, tremendamente cómicos (sin olvidar que la base de toda comedia está en lo grotesco del drama): Nancy es uno de los personajes centrales de comedia con más entresijos de los últimos tiempos, pero el resto no se quedan atrás (con especial mención para Celia, el reverso oscuro y desternillante de la protagonista). En conclusión: que la hierba y los fumados forman parte de la trama, claro que sí... Pero que si alguien se acerca a esta serie buscando Cheech & Chong lo lleva claro. Porque Weeds no necesita de ningún humo para provocarte la risa tonta: te provoca una sonrisa que nace de algo mucho más profundo. Del reconocimiento y la empatía. ¿Quién dijo que hacer comedia era algo simple?

miércoles, 10 de diciembre de 2008

música. Informe Semanal #5


Denison Witmer. El oficio de cantautor (a la inglesa, a la "singer songwriter"... no a lo cantautor tipo Tontxu) debe ser de los más ingratos que existen dentro del negocio de la música: las no pretensiones suelen pagarse con carreras a medio fuego que, si no miras con lupa, nunca acaban de despegar... Es lo que le pasa a gente como Josh Rouse, Andrew Bird o este Denison Witmer que nos ocupa. También podría haberle pasado a Sufjan Stevens, pero el de Michigan ha sido el más listo de la última hornada de cantautores y ha sabido jugar tan bien sus cartas como para convertirse en un hype indie pendiente de reválida. Las referencias nos son inocentes: Witmer tiene mucho de Stevens y de Rouse. Para ser concretos, en su anterior álbum, Are you a dreamer? (2005), tenía mucho de Stevens; mientras que la vena Rouse se le marca de forma pronunciada en su última producción: Carry the weight (2008). Lo que viene a significar que ha abandonado la pretenciosidad instrumental del que pretende llenar teatros para instalarse en la humilde posición de aquel que toca canciones delante de una chimenea. Para emocionarse. Para emocionarnos. Y a fe que lo consigue, con disparos optimistas como Life before aesthetics o con tonadas más melancólicas como From here out. Y es que escuchando Carry the weight no puedes evitar sentir cierto malestar al pensar que Denison Witmer nunca será Sufjan Stevens. Pero, ¡qué coño!, ni lo quiere ni lo necesita.

Life before aesthetics - Denison Witmer

martes, 9 de diciembre de 2008

cine. Las horas del verano


Olivier Assayas. Ese gran desconocido. O, al menos, para mí. Claro que había oído hablar de Demonlover (2002) y, sobre todo, de Finales de agosto, principios de septiembre (1998). Pero tengo que admitir que no pasé por el cine para ver ninguna de las dos (de hecho, ahora mismo no recuerdo si Demonlover llegaron a estrenarla por aquí). Sea como sea, el apellido de Assayas se quedó clavado en mi memoria cuando galardonaron la actuació de Maggie Cheung en Cannes gracias al film Clean (2004), de este mismo director. Entonces se levantó cierto revuelo porque se suponía que Cheung debería haber estado en 2046, la peli de Wong Kar-Wai que se fue del festival con las manos vacías. Pero, sea como sea, Clean tampoco se estrenó nunca en nuestro país... así que toca hablar de Las horas del verano. Y "toca" por muchas cosas. Pero, sobre todo, porque es caramelito fabricado a partir de celuloide y de esa sensibilidad afrancesada de que la siempre he sido fan irredento (para disgusto de muchos que han tenido que soportar mis disertaciones al respecto).

Para empezar, Las horas del verano es la heredera incuestionable de Mi estación preferida (1993) de André Techiné. La relación entre ambos films no es azarosa: no sólo lo ha reconocido en diversas entrevistas, sino que Assayas ya colaboró en el guión de films de este mismo director, tal y como Alice y Martin (1998) o Rendez-vous (1985). La premisa es similar: varias generaciones de una familia que se reúnen alrededor de una mesa en el entorno idílico de una casa de campo invadida por el verde del paisaje exterior y la melancolía del pasaje interior. Mi estación preferida acaba con esta comida, pero Las horas del verano arranca precisamente con este encuentro forzado entre distintos estratos generacionales de una misma familia. A partir de ahí, en vez de ahondar en los claroscuros de ese árbol genealógico, directamente Assayas prefiere dejar que se revelen por sí solos al contrastarlos con una trama en la que lo importante es cómo pasa un legado (cuadros y objetos artísticos de elevado valor) de las manos que lo atesoraron a unas manos mucho menos interesadas por la significación artística que por el valor material.

De esta forma, el discurso de Assayas se escinde en dos semi-discursos apasionantes (por mucho que, a tenor del ritmo de la película, muchos me reprochen utilizar un adjetivo como "apasionante"): por una parte, se trata el cambio de un mundo antiguo en disolución hacia un mundo nuevo con unos valores completamente diferentes (aunque en el que parece latir cierta esperanza, tal y como se observa en la obstinación del hijo mayor o en la devastadora fiesta final perpetrada por los adolescentes de la familia en esa casa a la que se le ha despojado de todo ); y, por otra parte, nos habla de la ambigüedad conceptual que comporta todo acto artístico (¿está más vivo un objeto a la vista de todo el mundo en un museo o, precisamente, en la casa de alguien que lo atesora y lo mima como un objeto personal?). Pero que nadie se engañe a este respecto: a diferencia de otros films que también abordan la cuestión artística, Assayas es capaz de dejar al descubierto un corazón cálido y emocional (y, muchas veces, a través de imágenes simples pero poderosamente evocativas, como ese teléfono que nunca salió de su caja). Más cálido y emocional si cabe al contrastarse con una puesta en escena delicada pero gélida. Pero, ¿desde cuándo le hecho yo un feo a los films gélidos? ¿Y, sobre todo, a los films gélidos franceses?

miércoles, 3 de diciembre de 2008

cómic. 110 perç


Esta es la primera vez que Tony Consiglio aparece en este blog... pero no debería ser así. He revisado el post con el que nació Too Cool To Be Forgotten, aquel en el que hablaba del cómic de Alex Robinson, y fue un patinazo no mencionar en él a Mr. Consiglio. ¿Por qué? Básicamente, porque son ambos son amigos del alma y sus trabajos se retroalimentan y se entrelazan con una sincronía siempre asombrosa. Ambos, junto a algunos otros autores, forman el llamado The Ink Panthers: una especie de congregación de freaks comiqueros que comparten gusto por el cómic tipo novela gráfica que tan buenas críticas recibe siempre... pero también por el rollo Dungeons & Dragons de toda la vida. De Consiglio, sin embargo, no he podido ver todavía ningún ejemplo de viñetas de fantasía heróica. Será porque sus cómics suelen tener más dificultades para llegar a nuestro mercado que los de su amigo Robinson.

Hace un año o algo así pudimos ver editado en castellano, sin embargo, el magnífico Más o menos (publicado por Diábolo), donde Consiglio exploraba su vena auto-biográfica (algo deformada y esperpéntica) con resultados tronchantes y emotivos a partes iguales. Y, viendo que no hay planes de editar nada más de este autor en España, finalmente me hice con 110 perç en su versión americana. No me arrepiento: de nuevo, Consiglio se muestra como un autor capaz de atrapar al vuelo emociones incómodas (por lo que tienen de profundas) y plasmarlas con dos trazos simples pero firmes. El dibujo de este autor siempre sobrevuela un poco por encima del aprobado, sin caer en el feismo infantil tan de moda pero huyendo del hiper-realismo y lo barroco. Como a la hora de plantear sus tramas, en lo referente al trazo Consiglio es muy amigo de lo simple pero efectivo. En esta ocasión en concreto, 110 perç plasma la extraña relación entre tres marujas de edad avanzada que viven por y para un boy band tipo Backstreet Boys (que, evidentemente, se hacen llamar 110 perç). Sin duda, es un punto de partida más que interesante al que Consiglio sabe sacarle punta con su mirada afilada, irónica pero siempre realista y benevolente cuando tiene que serlo (lo que no implica que no sea implacable cuando toca... y no quiero avanzar nada de la trama). Finalmente, si Más o menos era el retrato de un entorno familiar disfuncional pero divertidísimo, 110 perç acaba siendo un tríptico agridulce sobre las dificultades de esas mujeres de edad avanzada que no tienen nada, que tienen más vacío que alegría en sus vidas... Podría ser lacrimógeno. Pero esa no es la intención de Consiglio. Su intención es que cerremos el cómic con una sensación sutil de optimismo y vitalismo... Y lo consigue.

lunes, 1 de diciembre de 2008

tv series. Carta de amor apasionado de un fan fatal de Lost al final de la cuarta temparada


Todo lo que viene a continuación debería ir acompañado de uno de esos rectángulos negros que tapan los ojos de los testigos indiscretos de ciertos programas de televisión. Porque que conste desde un buen principio: yo soy fan de muy pocas cosas... Pero de Lost, lo soy sin vergüenza y sin remisión. No tengo ningún pudor a la hora de afirmar que los visionados de todas y cada una de las cuatro temporadas han ido acompañados de múltiples (y freaks) extras como el ARG (The Lost Experience) o la visita a miles y miles de páginas que hablan de teorías y conspiraciones múltiples.

Pero no voy a hablar de teorías y conspiraciones porque necesitaría un blog extra para ello. Sólo quiero dejar constancia de que ayer terminé de ver la cuarta temporada de Lost (sí, con mucho retraso... pero eso es lo que hay, tal y como expliqué en el post de Dexter) y de que, a día de hoy, sigue pareciéndome una de las series más inteligentes e interesantes del panorama actual. Así que, un poco harto de las críticas típicas, vamos a por un dicen / digo en el que dejar claras las cosas:
  • DICEN... que la cuarta es la mejor de todas las temporadas. / DIGO... que está al nivel del resto. Un nivel excelente, evidentemente. Es más, debido a su corta duración, incluso me aventuraría a decir que no es "peor" por menor calidad, sino por menor cantidad. La impresión de que es "mejor" podría venir proporcionada porque, ahora, la trama avanza en dos direcciones paralelas (presente y futuro... aunque más bien parece que el presente son los flash-forwards y el pasado es la isla), mientras que antes había un presente (la isla) y un pasado discontinuo (los flashbacks). Pero acostumbrado a las sesiones de "Lost en vena", 14 capítulos se me han hecho demasiado cortos. Tan cortos que me ha parecido un "in pass" hacia lo que está por venir en las dos últimas temporadas. Que va a ser muy gordo.
  • DICEN... que la trama de Lost no aguanta seis temporadas. / DIGO... que nos podrían tener en vilo unos quince años más.
  • DICEN... que lo que hacen Abrams y su equipo de guionista es muy fácil: mantener la intriga constante a través de misterios que se desvelan con cuentagotas. / DIGO... INTENTADLO VOSOTROS! No sólo es jodidísimo hacerlo con la inteligencia con la que se dosifica la información en esta serie, sino que se requiere de muchísima pericia para presentar la trama con tal riqueza de capas interconectadas.
  • DICEN... que lo de Lost no es para tanto porque es como un burro al que le ponen delante una zanahoria para que corra y corra sin dirigirse a ninguna parte / DIGO... que puede que me equivoque, pero que en esta cuarta temporada ya vemos suficientes indicios de que J.J. Abrams y compañía lo tienen todo más que ligado y pensado. Se empieza a desenmarañar la trama alrededor de Dharma y de Los Otros, añadiendo las conexiones (inquietantes) con Charles Widmore y el padre de Jack. Para quitarse el sombrero.
  • DICEN... que los protas son Jack, Kate, Sawyer, Locke y los estrellados iniciales. / DIGO... que, a tenor de lo visto, el protagonista absoluto de la serie es, sin duda, Ben Linus. Inmenso.