1. La primera vez que leí 20th Century Boys llegué al número siete y me planté. No porque no me gustara lo que estaba leyendo: parecía que, a diferencia de en su anterior obra (Monster), Naoki Urasawa tenía en sus manos una historia compleja con una cantidad de recovecos impresionante: si aquella era una gran historia alargada hasta lo extenuante mediante arcos que se sumaban aunque no aportaran demasiado a la trama, 20th Century Boys parecía más bien un puzzle endiabladamente repensado que iría montándose pasito a pasito para mantener al lector en un continuo estado de sorpresa. Por aquel entonces me planté porque en Japón llevaban unos 15 tomos publicados y no había final previsible a la vista: yo había cerrado un arco temporal de la trama y por allá iban por el tercer arco. No pintaba demasiado bien... así que decidí dejarlo hasta que la historia tuviera un número de tomos cerrado. Entonces decidiría si merecía la pena o no seguir con ello...
2. La segunda vez que leí 20th Century Boys llegué, aproximadamente, al número 12 (aunque puede que me falle la memoria). Ahí acababa el segundo arco argumental. Parecía que tenía razón: Urasawa sabía lo que tenía entre manos. La historia de Kenji y compañía era vibrante y arrebatadora: un grupo de amigos ve cómo sus juegos de infancia (con sectas que conquistan el mundo, robots gigantes y virus letales incluídos) se empiezan a hacer realidad una vez son adultos. La figura que está detrás de todo parece ser un tal "Amigo" de identidad desconocida (siempre lleva una máscara) que no tardará en poner su mano condescendiente sobre toda la humanidad: es, al fin y al cabo, uno de los malvados más refinados de la historia reciente del manga, sin duda. Aun así, hice un parón porque estaba ligeramente saturado y necesitaba leer otras cosas... y, además, porque Urasawa había continuado la historia después de cerrar un arco temporal que bien podría haber sido el último. Miedo me daban los tomos que quedaban hasta el final...
3. La tercera vez que leí 20th Century Boys me la acabé. Del tirón. Y por mucho que intenté convencerme de que "esto es diferente a Monster", no pude sobreponerme a la impresión final de que Urasawa tiene un serio problema poniendo el broche a sus (excelentes) argumentos: las historias se le escapan de las manos y se escoran en un anticlímax (no deliverado, por lo que puede suponerse). Por si fuera poco, en el caso de 20th Century Boys, el autor quiso responder a las quejas por el final con una miniserie de dos tomos, 21st Century Boys. Pero todos nos preguntamos, ¿para qué? ¿Es necesario alargar dos tomos para dejar sin explicar la mitad de las cosas? ¿Para alargar la escasa épica de un final sin sal? En conclusión, podría decir aquello de que, vale, aunqeu el final esté descafeinado, el viaje ha valido la pena. Y mucho. Pero eso no quita que la siguiente serie de Urasawa (Pluto, que empezará a publicar en breve Planeta de Agostini) sea algo así como "la tercera y última oportunidad" para que nos ponga sobre la lengua una pildorita de felicidad en forma de un final como Dios manda. Si no, no sé yo si habrá cuarta oportunidad.
1 comentario:
Más de una vez he pensado en adquirir esta serie a pesar de que todo dios echa pestes sobre su final. Y la habría adquirido. Pero así no. Planeta nos ha dejado una edición horrible, con una impresión digna de fanzine y una tramas quemadas. Así NO.
No entiendo cómo cuando ojeaste el primer tomo lo compraste ;)
Por cierto, gran blog.
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