viernes, 24 de octubre de 2008

libros. William Maxwell: Adiós, buenas noches. Sublime


"Para los escritores de mi generación, esta novela de William Maxwell es el libro que a todos nosotros nos hizo pensar en la necesidad de escribir una novela corta y nos convenció de que podíamos escribirla. ¡Pero qué modelo tan inalcanzable!". Richard Ford
¿Qué quiere decir Richard Ford con estas palabras? Posible transcripción 1: "este libro es la bomba y te va a inspirar tanto si eres escritor como si eres lector". Posible transcripción 2: "si intentas ser escritor y tienes el ego un pelín bajo, mantente a más de un kilómetro de distancia del libro de William Maxwell, porque puede que decidas abandonar tus aspiraciones por los restos de tu vida". Pues será que mi ego de escritor no está tan maltrecho como creía, porque lo cierto es que la lectura de Adiós, Buenas Noches ha sido inspiradora y, sobre todo, arrebatadora. Es una de esas pequeñas grandes novelas que pasan por tus manos en un par de días y se te quedan en la memoria el resto de tu vida.

La historia remite particularmente a otros dos grandes referentes. Para empezar, al maravilloso A Sangre Fría de Truman Capote: ambos diseccionan de forma sublime un crimen en la América profunda y rural, por mucho que Maxwell prefiera una visión más emocional y menos objetiva. La otra mención inevitable es La Biblia de Neón de J.K. Toole, ya que los dos comparten una visión a la altura de los ojos de un niño, aunque la mirada de Maxwell se amplifica al surgir del recuerdo dañado de un anciano: sin dejar claro por qué, el protagonista anuncia desde un principio que todo lo sucedido se quedó prendado de su memoria de forma aleatoria, como se quedan en nuestra memoria muchas vivencias de la infancia.

Y no es que el crimen no tenga importancia: el asesino resulta ser el padre de un amigo fugaz que le reportará un supurante sentimiento de culpa que le sigue punzando en el costado incluso en la vejez. Partiendo de esa mirada, Maxwell estructura un puzzle magistral al que le faltan las piezas que el autor quiere que falten, tal y como en la memoria de todos faltan piezas que no elegimos olvidar. Pese a ello, el escritor se esfuerza por investigar el caso y recrearlo de una forma casi periódistica sin renunciar a la visión emocional. Cuando llegas al punto y final de Adiós, Buenas Noches, dentro de tí se pelearán dos emociones. La primera es la ilusión de que tu abuelo te ha contado una batallita especialmente dulce y apasionante. Y la segunda es que adoras a Libros Del Asteroide por publicar, por fin, la obra de William Maxwell. Y, sobre todo, por hacerlo con unas ediciones infinitamente preciosas (como todas las de esta editorial).


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