viernes, 7 de agosto de 2009

cine. Harry Potter y el misterio del príncipe


La misma cantinela de siempre. Cuando te topas con un film como Harry Potter y el misterio del príncipe es inevitable (en el caso de que te hayas leído los libros) que te sientas tentado de valorar el film desde tres frentes diferentes: 1. Como adaptación literaria, 2. Como película total, o 3. Como espectáculo puro y duro. Y como mi dignidad me impide acercarme a menos de 500 metros a cualquier producto (sí, producto, porque cuando hablamos en estos términos no hay libros y pelis, hay productos literarios y cinematográficos) que lleve la marca de Millenium, al final resulta que he hecho de la serie de Harry Potter mi guilty pleasure particular. Aunque, si he de ser sincero, casi que "me estoy quitando". Será que los últimos libros no me acabaron de apasionar... y las pelis van por el mismo camino. Pero no avancemos acontecimientos: que cualquier tipo de conclusión se extraiga de mi análisis en esas tres partes que mencionaba al principio.

HARRY POTTER Y EL MISTERIO DE ADAPTAR UN LIBRO.
Porque se entiende la putada que tiene que ser que te caiga en las manos un mamotreto de 800 páginas y tengas que resumirlo en hora y media... pero es que hay maneras y maneras. Y la manera en la que NUNCA deberías plantearte una adaptación de un libro a una peli es fusilando escenas para substituirlas por otras totalmente superflúas e inoperantes. Ya no es que se te vayan a tirar encima los friki-fans por haber cambiado el color de la túnica de los alumnos. Esto va más allá. Y es que la decisión de David Yates (y/o su cohorte de guionistas) de incluir escenas surrealistas (¿ese arranque con Harry ligándose a una camarera? ¿Existe algo menos Harry Potter?) y de cambiar el sentido de otras (las variaciones en la escena final, sin Harry impedido de movimiento, también cambian, irremisiblemente, la visión del espectador respecto al protagonista). Y, como colofón, resulta que el film se salta a la torera algo tan vital para la resolución final que está por venir como el pasado de Voldemort (que, de hecho, es la principal gracia del libro), igual que en su momento se saltaron a la torera el pasado de los padres de Harry y colegas. Mi esperanza es que se lo están reservando para las dos últimas película... Pero lo cierto es que es una esperanza chiquitita chiquitita.

HARRY POTTER Y EL FILM COMO FORMA Y FONDO. Hay un misterio que siempre me ha inquietado al respecto de las películas de esta serie: ¿realmente entiende la complejidad de la trama alguien que no haya leído los libros? Y es que, si me lo paro a pensar, poco son los films de la saga que se preocupan por exponer de forma clarificadora los entresijos de un guión intrincado. Hay destellos aquí y allá del argumento original, pero lo cierto es que si dividimos Harry Potter y el misterio del príncipe en dos partes (forma y fondo), no tardaremos en advertir que una está hipermusculada (la forma) en detrimento de la otra (el fondo). Y lo cierto es que sorprende, porque si bien pudiera parecer insuperable la cúspide alcanzada por Alfonso Cuarón en Harry Potter y el prisionero de Azkaban, donde la planificación y estructura de forma y fondo se intrincaba de forma sublime (con leit motivs arrebatadores como la omnipresencia del tiempo, tanto figurada como literalmente), hay que reconocer que el anterior Potter dirigido por Yates mostró una capacidad más que interesante para apañar un equilibrio (si Cuarón lo hacía desde el arte, hay que reconocer que Yates lo hacía desde la artesanía... que no es poco). Así las cosas, si hay alguien que va al cine esperando ver una película total (es decir, una conjunción de forma y fondo que arroje a la luz una historia audiovisual completa y coherente) puede que quede finalmente decepcionado. Y es que, en esta ocasión, a Yates se le ha ido la mano con la forma...

HARRY POTTER Y EL ESPECTÁCULO (NADA) MISTERIOSO. Hay que reconocerlo: la forma de Harry Potter y el misterio del príncipe es espectacular. Yates es capaz de crear escenas sublimes (como la aparición de Narcissa y Bellatrix bajo la lluvia, Dumbledore envuelto en llamas en el lago de los muertos o la posesión infernal en medio de la nieve, con la alumna suspendida en el aire en un momento de tensión plenamente oriental), y eso puede ser suficiente para que se te pase la totalidad del metraje en un suspiro. Pero también es cierto que tanta espectacularidad incurre en uno de los mayores errores del cine palomitero: estructurar el film como una sucesión de espectáculos. Y lo cierto es que una (buena) película no es eso. Es, más bien, el trenzado de ese espectáculo (de forma y fondo) en una estructura mimada y coherente. En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, tengo que decirlo: este Harry Potter y el misterio de príncipe no está a la altura de las circunstancias.

1 comentario:

Andrea Valverde dijo...

Bravo por tu análisis.
Mi problema con las adaptaciones cinematrográficas es un problema de memoria: cuando veo las películas hace más de dos años que me leí los libros, así que siempre se me escapa algo por alto del libro y acabo diciendo eso de "no ha estado mal". Aunque, como tu comentas y repasando algunas de las historias del libro, es ciero que este film no llega a la altura (a mi me sobran todos los temas de filtreo adolescente).

Un säludo,
ä