martes, 17 de febrero de 2009

cine. La clase. La importancia de un cine social (bien entendido)

El término "cine social" suele provocar escalofríos en el común de los mortales. Y no les culpo: nos han acostumbrado a que cualquier tipo de reivindicación social se haga desde el panfletarismo del panfletarismo, la simplicidad y, en el peor de los casos, la abstracción. Cineastas como Ken Loach o Chantal Akerman pueden haber hecho un favor a la historia del cine social y a sus fans, nadie lo duda, pero lo que está claro es que no han contribuido en exceso a acercar el "mensaje" a las "masas". O, al menos, a las masas contemporáneas acostumbradas al mensaje fragmentado e hiperactivo de la MTV. Por suerte, parece que estamos viviendo una ola de cambio en la que nuevos cineastas introducen sus manos húmedas en la grieta pulposa que existe entre la ficción y el documental. El resultado aún está por llegar a nuestras tierras, pero en los próximos meses tendremos ejemplos más que interesantes (¡mantened un ojo puesto sobre Vals con Bashir!) y, sobre todo, en la cartelera tenéis algunos de los mejores ejemplos. Aún podéis disfrutar de la increíble La cuestión humana (¿que no es cine social? ¿no habla acaso de la muerte de la conciencia social en el seno del ámbito laboral?)... y de la impactante La Clase.


La Clase es, desde el principio, un proyecto excepcional. Basándose en el libro de François Bégaudeu, en el que dejó por escrito sus vivencias como periodista, el cineasta Laurent Cantet se dispuso a mezclar aquella base documental con una historia que le rondaba desde hacía tiempo: la de un chico problemático que es expulsado de su colegio. Podría haberlo solucionando ficcionando el libro de Bégaudeu, pero su opción fue la difícil: meterse en una clase de verdad con un grupo de alumnos reales y con el mismo Bégaudeu como profesor-conductor. Su arma: tres cámaras. Y su mejor baza, la paciencia: no solucionó la papeleta en una semanas, sino que se pasó meses y meses con los críos hasta que ellos se acostumbraron a la presencia de la cámara y pudo grabar un material verídico.

El resultado es un testimonio vivo, vibrante y fascinante. Es como mirar unos pececillos que se mueven en el agua del fondo de una barca de pescadores. Cada encuadre, cada escena, encierra una verosimilitud a punt de estallar. Y lo que es más importante: la pericia de Cantet reside en su capacidad para la sutilidad, en su gusto por la línea fina sin subrallado allá donde otros utilizarían el fluorescente. El objetivo final es un retrato de conjunto sublime, trufado de subtramas que nunca abandonan el interior de los muros del colegio: sería fácil explicar mucho de lo que allí pasa dejando al descubierto las vidas de los personajes una vez salen del edificio, pero Cantet se muestra coherente en todo momento con ese Entre les murs del título original del film y sólo nos muestra esa vida interior pero para nada claustrofóbica. Finalmente, con los títulos de crédito debería llegar la típica conversación entre espectadores: "¿Te ha gustado?", "Sí, sí"... Pero, sorprendemente, lo más habitual es que las conversaciones a la salida del cine se centren en el (mal) estado y en (mal)estar de la educación. Ese debería ser, al fin y al cabo, el objetivo de todo cine social. Y por eso La Clase brilla con luz propia como avanzadilla del nuevo documental de ficción: porque lo importante es el mensaje... pero la forma no le va a la zaga.

1 comentario:

Cap dijo...

Esta se me pasó. Espero que no tarde mucho el dvd.