miércoles, 25 de febrero de 2009

cine. La Duda... y sus múltiples dudas.


¿Es La Duda una película retrógrada o rompedora? Más que hablar en términos como retrógrado o moderno, La Duda habla otro lenguaje, más simple y, a la vez, más verosímil y fiel a la realidad. El grueso de la trama está poblado por temas tan tradicionales y asimilados socialmente como la homosexualidad, la pedofilia y la Iglesia (como institución), pero trenzados con un punto de vista novedoso en el que hay espacio para la duda, sí, pero sin un ápice de culpa. Sorprende la modernidad de ese cuestionamiento de la culpa como pilar básico del cristianismo, pero precisamente por eso también sorprende el doble final como paso atrás en lo conseguido: el triunfo de la vieja guardia encarnado por el personaje de Meryl Streep y la grieta inquietante que se abre en ese personaje justo en la última escena. Así que: moderna, sí. Pero con matices clásicos que le restan riesgo e impacto.

¿Es La Duda una buena película? Sin duda. No sólo el punto de partida argumental es fascinante y consigue envolver al espectador hasta ponerle bajo la nariz el olor a iglesia cerrada, sino que muchos otros aspectos del film brillan con un resplandor sublime. Inevitable hablar de las maravillosas interpretaciones: Meryl Streep vuelve a estar inmensa, pero son Philip Seymour Hoffman y Amy Adams los que llevan el film a un nivel superior. A diferencia de la primera, estos dos últimos no necesitan tics excesivos para limar los contornos de sus composiciones: parten de la realidad y acaban en la realidad, pero sus miradas y gestos son sistemas solares en miniatura a punto de estallar. Mención especial para la roba-planos Viola Davis: aparición de cinco minutos capaces de clavarse en tu memoria con la versatilidad de una interpretación realmente difícil. Y seguimos para bingo: además de guión y actuaciones, La Duda tiene una fotografía preciosista capaz de exprimir belleza del ascetismo habitual de los parajes religiosos. Así que sí, es una buena película. Pero visto el revuelo que ha causado, es inevitable ir un paso más allá y preguntarse...

¿Es La Duda una película cojonuda? Ni hablar. Saltará a la vista que en el apartado anterior no he incluído algo tan vital como la dirección. Y es que un film con semejante potencial no se puede dejar en manos de un director que tropieza con unos zapatos cuatro tallas más grandes. Puede que debido a la escasa experiencia de John Patrick Shanley (además de su aventura teatral con la misma La Duda, en su currículum cinematográfico sólo consta otro film: Joe contra el volcán... ejem), el brillo conseguido con todo lo ya descrito se ve ligeramente mermado por una dirección que no es tan sencilla que no se preocupa en explorar las posibilidades creativas del guión. Patrick Shanley cubre la papeleta con oficio pero sin arte: muchas escenas pierden arrojo debido a una mala planificación que no sabe sacar partido de la tensión inherente a lo explicado (y eso que las actuaciones llevan esa tensión a límites deliciosos). Además, ver su mano en el poco afortunado cierre (tan de culebrón, tan fácil) no ayuda a evaluar su papel postiviamente. Por todo ello, es inevitable pensar qué hubiera hecho un director como Stephen Daldry (Las Horas) con semejante material en las manos. En definitiva, es triste afirmar que una película más que buena no llega a las excelencias que promete por culpa de una dirección mediocre. Ahora bien, no penséis que me estoy cargando la película. Para redimir (nunca mejor dicho) la negatividad de este párrafo, permitidme una última y breve pregunta...

¿Deberías ver La Duda? ¡Claro que sí! ¿Qué haces que todavía no la has visto?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vi el trailer hace cosa de un mes y me dio curiosidad. Ahora me apetece bastante más... aunque no sea cojonuda.