viernes, 12 de septiembre de 2008

música. ¿Qué te va a repeler de Larry Jon Wilson pero que a mi me flipa?


Larry Jon Wilson hace folk. Y no de ese folk para modernos que se mojan por las noches mientras piensan en los piojos de la barba de Devendra Banhart. No. Más bien ese folk de raices norteamericanas del intocable Johnny Cash. La comparación no es gratuita. Larry Jon Wilson suena a Cash y a Kriss Kristofferson, pero también a Bill Callahan y a un José González (por la desnudez de las composiciones) atiborrado a tabaco de masticar.



Larry Jon Wilson tiene casi setenta años. Y, ¿cuánto hace que no escuchas un disco de alguien que podría ser tu abuelo? Ahogados en el magma de la genialidad procaz de los veinteañeros británicos, puede ser difícil detenerse a escuchar las palabras de alguien de esta edad. Porque, señoras y señores, Larry Jon Wilson ha vivido lo suyo. Le regalaron su primera guitarra con treinta años. En aquel momento decidió que se dedicaría a la música. Tras cuatro discos excepcionales publicados en los setenta. Pero la atención de medios y público fue tibia y él se retiró a las sombras, como un animal herido en lo más profundo de su ego. Ahora, casi tres décadas después, el sello 1965 records lo recupera para bien de todos... o de unos pocos. La cuestión es qeu Jon Wilson ha vivido lo suyo. Y se le nota en la voz, en las palabras. En esa música que se te posa en los hombros y te hace sentir el peso de la edad. Para bien.


Larry Jon Wilson ha firmado uno de los mejores discos del año. Y siempre da rabia que se diga algo así de un (casi) septuagenario que no sale en el NME. Porque no lo verás en portadas ni en las webs de moda: sus fotos no dan para destacados. Ni lo pretenden. Y su música es cualquier cosa menos un golpe directo y accesible. Larry Jon Wilson es un hombre sencillo y atemperado. Y todo eso queda patente, como una marca de fuego que se curó hace muchos años, en su magnífico Larry Jon Wilson (2008). Yo hace unas semanas que lo escucho con frecuencia y deleite, pero no sabría deciros cuál es mi canción (aunque Shoulders tiene todas las papeletas para estar en mi compilación de lo mejor del año). Y es que no es éste un disco de singles. Es como introducirte en las páginas de un buen libro: se te pasará el tiempo volando, sin fisuras, sin pausas entre tema y tema... Las doce canciones son un todo absoluto compactado en una bolita con sabor a crepúsculo que Jon Wilson te pone en la lengua. ¿Sabrás disfrutar semejante regalo?

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