domingo, 28 de septiembre de 2008

libros. Nick Hornby me obliga a replantear la bondad del escritor (y lector)


Es imposible no adorar a Nick Hornby. Por su literatura, evidentemente: quien no se haya estremecido de placer dejándose escurrir entre las líneas transparentes de Alta Fidelidad o Cómo ser buenos, no sabe lo que es disfrutar con un libro. Pero también por toda la filosofía que sobrevuela sus textos. Una filosofía que parte de verdades universales para los de "nuestra clase". Ojo con declaraciones como la que sigue:
I suddenly had a little epiphany: all the books we own, both read and unread, are the fullest expression of self we have at our disposal. My music is me, too.
La cita proviene de The Complete Polysyllabic Spree, la prueba final de que la cosmogonía de Nick Hornby es plenamente merecedora de (mi) adoración. En este libro se recogen las columnas mensuales que el autor escribe para The Believer, esa revista literaria única en su filosofía de no hablar mal de ningún libro bajo ningún concepto. Las intenciones son genuinamente geniales (ojalá proliferara la creencia de que "para hablar mal de algo en un medio, mejor no hablar de ello")... Pero eso no evita los problemas a Hornby, ya que su columna refleja el cómputo de los libros (y cómics) comprados y leídos cada mes. Evidentemente, nunca sabes si un libro te va a gustar o no antes de lanzarte al interior de sus páginas, así que el escritor siempre dedica algún párrafo (desternillante) a su difícil relación con lo que él denomina The Polysyllabic Spree y que no es más que el consejo de redacción de la revista. No es que quiera hablar mal de los libros (de hecho, la bondad lectora de Hornby parece no tener límites), sino que a veces es inevitable mostrar descontecto con depende qué lecturas.

Pero que nadie se confunda con lo dicho: el libro de Hornby no es otro panfleto más de ese modernismo mal entendido que se construye sobre las bases de la crítica destructiva. Todo lo contrario: el autor aborda sus tareas de cronista literario con una moral fuera de toda duda. Se deshace en elogios con una facilidad pasmosa si tenemos en cuenta que muchos autores se lo pensarían dos veces a la hora de cantar las bondades de sus "competidores". Y, sobre todo, ratifica esas convicciones que sobrevuelan sus libros según las cuales no existe ni baja ni alta cultura: todo es cultura, sin necesidad de recurrir a barroquismos, snobismos ni falsos fondos que persiguen deslumbrar al lector. Las columnas de Hornby son tan transparentes, sinceras y arrebatadoramente sencillas como sus libros. Para muestra, un (último) botón:
Sometimes it feels as though we are being asked to imagine cultural judgements as a whole bunch of concentric circles. On the outside, we have the wrong ones, made by the people who read The Da Vinci Code and listen to Celine Dion; right at the centre we have the correct ones, made by the snootier critics, very often people who have vowed never to laugh again until Aristophanes produces a follow-up to The Frogs(...). The world is a lot more complicated than this diagram allows, but sometimes it's easy to forget that the Frog people don't know everything. If I had to choose between a Celine Dion fan and Anthony Burgess for comedy recommendations, I would go with the person standing on the table singing 'The Power of Love' every time.

No hay comentarios: