lunes, 23 de marzo de 2009

cine. El lector


Erase una vez... un director de cine enamorado de la literatura. No vamos a tener en cuenta Billy Eliott (fundamentalmente, porque no la he visto), pero si hay que basarse en Las horas y El lector, sólo se puede afirmar una cosa: el amor de Stephen Daldry por el medio literario es inmenso. Y no se limita a partir de novelas para realizar sus películas: la adaptación es en este director algo complicado y complejo. Un ejercicio de estilo e intelectualización con el que Daldry no "traspasa" (como la mayor parte de realizadores), sino que realmente "adapta". Sus films supuran literatura, sí, pero lo hacen sin olvidar que el celuloide tiene sus propias herramientas narrativas. ¡Y cómo las utiliza! Ya en Las Horas, el director destacó como valor audiovisual absoluto, en esa línea de otros autores como Danny Boyle que bien saben que un medio "audiovisual" no sólo ha de cuidar la parte visual, sino poner un especial mimo a lo auditivo y, sobre todo, saber trenzarlo con pericia e intencionalidad.

El lector vuelve a explorar esa senda... pero con menor rimbombancia. Es cierto que, desde el primer momento, la banda sonora de Nico Muhly muestra un gusto por lo sutil y minimal muy lejos de el subrayado megalómano de Philip Glass en Las horas. Y, de alguna forma u otra, el acompañamiento musical acaba definiendo ligeramente una realización mucho menos espectacular: allá donde en su anterior film había poesía visual, en el nuevo hay clasicismo, casi ascetismo. Algo que, todo sea dicho, está muy acorde con la historia explicada. Así, por mucho que al final El lector deje un muy buen sabor de boca, lo hace con una naturalidad alejada de toda afectación, alejada de los aspavientos de Las horas. Puede que las virtudes de la cinta sean menores que las de su predecesora, pero aun así está bastante por encima de la media actual. Las actuaciones vuelan a una altura inusitada (a Kate Winslet ya se le ha alagado suficiente, pero es que David Kross no se queda atrás), dejando al descubierto una dirección de actores sublime. La trama se estructura con un vibrante juego de saltos temporales y, sobre todo, se planifica en base a varios puntales cercanos a la epifanía esteta tan habitual en Las Horas.

Ya se ha anunciado que el próximo proyecto de Stephen Daldry será Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, una de las novelas más estimulantes de la última década. El imaginario de Michael Chabon en este manuscrito es simplemente desbordante, así que no puedo imaginar mejor director para la tarea. Cantad conmigo: colorín colorado... lo de Stephen Daldry sólo ha empezado.

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